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Exportación Ante aranceles, ¿qué papel juegan los organismos bilaterales?
Ante aranceles, ¿qué papel juegan los organismos bilaterales?

En momentos álgidos, aumenta la expectativa de valor que la organización industrial debería representar para respaldar la integración.

La presión política sobre el comercio internacional ha incrementado de manera notable la incertidumbre en América del Norte. En medio de propuestas arancelarias, revisiones del T-MEC y tensiones regulatorias, el papel de los organismos binacionales especializados en integración regional cobra una nueva relevancia.

Uno de ellos, con décadas de presencia operativa en la frontera, tiene el reto de acentuar su protagonismo con una premisa clara: mantener la dinámica comercial en una región donde 14 millones de empleos dependen directamente de la exportación, según lo ha estimado la Cámara de Comercio de Estados Unidos.

Durante los meses previos a la revisión del T-MEC programada para 2026, se van a intensificar los debates sobre las reglas de origen, los incentivos a la relocalización y la política industrial estadounidense.

De hecho, diversas entidades reactivaron sus comités de políticas públicas para intervenir con propuestas técnicas, especialmente en sectores sensibles como el textil, el automotriz y el agroalimentario.

Valor regional

Uno de los enfoques estratégicos fue defender la noción de “valor agregado regional”. Es decir, garantizar que las mercancías producidas en América del Norte cumplieran con criterios de integración suficientes para circular sin aranceles, incluso en un entorno proteccionista.

Para ello, se impulsaron mesas de trabajo entre aduanas, cámaras industriales, asociaciones logísticas y autoridades locales, con el fin de armonizar regulaciones y optimizar la infraestructura crítica en cruces fronterizos.

Estas acciones respondieron a una dinámica concreta: en 2024, más de 75% de las exportaciones manufactureras mexicanas se dirigieron a Estados Unidos, y una proporción significativa de esos flujos dependía de procesos binacionales. Por ejemplo, en el sector electrónico, un componente podía cruzar hasta ocho veces la frontera antes de incorporarse al producto final.

Resulta fácil entencer que cualquier fricción aduanera representará un costo directo para la cadena de valor.

En lugar de responder desde el antagonismo diplomático, los organismos especializados trabajaron en reforzar los canales técnicos y logísticos. Se promovió la interoperabilidad de sistemas aduaneros, la expansión de programas como el CBP 559 en Estados Unidos y el desarrollo de plataformas logísticas binacionales.

El objetivo fue reducir tiempos de cruce, mejorar trazabilidad documental y optimizar la utilización de recursos humanos en las aduanas, que habían enfrentado rezagos significativos desde la pandemia.

Estas medidas respondieron a una estrategia de contención ante posibles aranceles, pero también buscaron elevar la competitividad estructural de la región.

En lugar de depender exclusivamente del texto del tratado, se construyeron mecanismos que permitieran sostener la integración manufacturera incluso si las reglas del juego cambiaban.

Fue en ese plano donde iniciativas como las de la Border Trade Alliance han jugado un rol determinante, articulando esfuerzos entre operadores logísticos, autoridades municipales y parques industriales de ambas fronteras.

Red de colaboración

El potencial de este tipo de plataformas radicó en su capacidad para operar desde el terreno, alejadas de las discusiones geopolíticas pero en sintonía con las realidades comerciales.

Desde su fundación, estos organismos han servido como puentes de diálogo, más enfocados en resultados operativos que en retóricas políticas.

Su legitimidad se ha derivado de su participación directa en procesos como la certificación de comercio seguro, la habilitación de horarios extendidos en puertos de entrada o la mediación en conflictos regulatorios puntuales.

Con el escenario ya en puerta de la renegociación del T-MEC convertido en una herramienta de presión política, el trabajo constante y técnico de estas entidades se vislumbra como una garantía para sostener la continuidad operativa de las cadenas de valor. En lugar de soluciones espectaculares, ofrecieron soluciones funcionales.

La integración regional no dependió exclusivamente de las cláusulas del tratado. Se sostuvo en gran medida por la colaboración estructurada de quienes operaron la frontera todos los días.

En ese espacio, los organismos binacionales demostraron que la técnica, la coordinación y el enfoque multisectorial podían equilibrar los vaivenes políticos y asegurar que el comercio, con todo su potencial de desarrollo, siga fluyendo.

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