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Aunque la propuesta de fijar el precio de un producto esta pensada en defensa del consumidor, expertos de la Coparmex señalan esta medida puede llegar a provocar menor calidad en la producción, escases y hasta mercados negros
El control de precios que el gobierno federal ha establecido en productos como el gas podrían afectar la competitividad en la industria e incluso hasta al propio consumidor final a mediano o largo plazo
Durante una mesa de análisis organizada por la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) se congregaron varios expertos para analizar el impacto que puede generar la política adoptada por el presidente Andrés Manuel López Obrador en cuanto a determinar un precio tope a los productos generados por algunas empresas.
Destaca el hecho de que México acumula 13 semanas por encima del nivel inflacionario establecido por el Banco de México como meta primordial para este año e incluso al finalizar septiembre registró más del 5% en este rubro.
En este sentido, una de las razones del aumento inflacionario tiene que ver con el control de precios.
De acuerdo con Benito Solís, presidente del Comité de Propuesta Económica de Coparmex, “cuando empieza a subir el costo de algunos productos siempre existe la tentación de ejercer un control de precios desde el Ejecutivo. No obstante, esta medida puede llegar a provocar menor calidad en la producción, escases y hasta mercados negros”.
El economista además señaló que el sistema más eficiente para tener los bienes que requiere la población “debe tener libertad en el precio para que se fomente la competencia”.
Por su parte, María José Contreras, directora general de Promoción a la competencia de la Comisión Federal de Competencia Económica (COFECE), mencionó que cuando se fija el precio de un producto generalmente se piensa en la defensa del consumidor.
“Una regulación de precios puede responder a un precio máximo que protege a los consumidores cuando no hay competencia o monopolios. El regulador debe buscar el bienestar social con el precio regulado”, subrayó.
La experta refirió un ejemplo sobre las implicaciones que puede llegar a tener la determinación de controlar el precio de un producto sin analizar sus implicaciones.
“En 2008 se aprobó la ley del fomento a la lectura. Se buscaba establecer un precio fijo 18 meses después de haberse publicado por primera vez. Sin embargo, la medida terminó por beneficiar a las grandes editoriales y castigó a los distribuidores más pequeños. Así que los controles de precios siempre deben tener al consumidor en medio y deben partir de un análisis minucioso”, enfatizó.
Al respecto, Víctor Gómez Ayala, director de Inteligencia de Datos de la Fundación Dondé, dejó en claro que en un gran sector de la población está acostumbrada a un control de precios que en primera instancia parece beneficiarle, pero que a la larga le resulta contraproducente.
“Desafortunadamente, nos acostumbramos al control de precios y no se reconoce muchos costos que resultan clave para generar un producto o servicio, pero si no lo hacemos esto se refleja en el incremento de la inflación o crisis en la parte fiscal como fue en el 1982, 1986 o 1994.
El control de precios no brinda un beneficio a largo plazo, sino que resulta contraproducente, pues la calidad de los productos resulta inferior e incluso se llega a recibir menores volúmenes de lo que se adquiere
Bajo esta perspectiva, la Reforma Eléctrica tiene como objetivo que las tarifas se incrementen más allá de la inflación. Sin embargo, esta propuesta combinada con la eliminación de organismos autónomos terminará por ser regresiva y en el caso más extremo generaría una inflación mayor”, indicó.
Para Elena Estavillo, directora del Centro-i para la Sociedad del Futuro, pensando en el beneficio de la economía del país y de la propia industria resulta necesaria la libertad de precios en la producción.
Con la libertad de precios se logra competitividad, se atrae inversión, se mejora la calidad de los productos y se beneficia al consumidor
"Impulsar la competencia es la solución de primera mano para apoyar la generación de bienes y servicios, así como de empleos.
Es importante conocer la historia para ver lo que ha servido y lo que no. Cuando en México se tuvieron los precios controlados se perdió competitividad e innovación y rezago en la economía. En su momento se llegó hasta controlar los precios en las salas de cine y eso afectó a las propias instalaciones, pues al desalentar a seguir invirtiendo en ellas se produjo el abandono de estas y la caída del público.
Es muy complejo determinar los precios y la autoridad puede caer en graves errores. Aplicar controles de precios siempre trae consecuencias y alguien los tendrá que asumir. La libre competencia genera un círculo virtuoso que beneficia a todos. Al existir siempre se cuenta con mejores insumos a un menor costo y esto genera empleos bien pagados, así como un desarrollo sostenible”, concluyó.
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